Sin visibilidad no hay venta. Vivimos en un mundo hipercompetitivo. Consumidores y clientes estamos sometidos a más impactos publicitarios de los que podemos procesar. Nuestra capacidad de atención se ha fragmentado. En este entorno de saturación, resulta imprescindible ser visibles ante nuestro público potencial para que nos tenga en cuenta a la hora de tomar sus decisiones de compra.
La buena notícia es que Internet democratiza la visibilidad. Ya no es necesario ser una empresa cotizada en bolsa o presidir un gran banco para poder contar con una plataforma desde la que proyectar la propuesta de valor propia. Sin embargo, también hay que saber que ya no tenemos el monopolio de la información disponible sobre nosotros mismos en la red. Gestionar la visibilidad supone también ocuparnos de nuestra reputación.