Chistera de duende (1991) fue la primera y deslumbrante novela de Felipe Benítez Reyes. Aclamada de forma entusiasta por la crítica, estaba sin embargo fuera del alcance de los numerosos seguidores que las obras de este autor han ido sumando. Para quienes se acerquen a ella por primera vez resultará sorprendente encontrarse con las constantes del autor: la solidez estilística, su peculiarísimo universo —poblado por personajes de pensamiento excéntrico— y, por encima de todo, su inconfundible sentido del humor, ácido y melancólico.
Gonzalo de Lerma, un joven escritor de versos surrealistas, así como de novelas eróticas y de espionaje, vive, allá en 1975, perdido en el tedio de la provincia, alimentando sueños de gloria y, a la vez, ensoñaciones de malditismo. Un día sufre una humillación pública, lo que desencadena un proceso delirante que le llevará a verse envuelto en situaciones descabelladas. En su peripecia se verán implicados otros muchos personajes: desde un presunto aristócrata sospechoso de ser la cabeza invisible de una secta dedicada a conspirar contra el clero y contra el universo en general hasta un joven dramaturgo que pugna por estrenar sus obras revolucionarias en la España franquista; desde un abogado de carácter maligno hasta una misteriosa dama recluida en un sanatorio por razones turbias… En definitiva, un deslumbrante guiñol que combina la fantasía con el humor en estado puro y que ofrece un mensaje inquietante: la melancólica fragilidad de las realidades cotidianas.