Bárbara Blomberg fue la última mujer que ocupó el corazón de Carlos V. Unas cartas enviadas poco después de su muerte revelaron a su nieta, doña Ana de Austria, recluida de por vida en un convento, la verdad de sus relaciones con el emperador. El 27 de noviembre de 1629 moría doña Ana. Sorprendentemente, su tumba permaneció vacía. sus restos nunca fueron localizados.