Desde el punto de vista lingüístico, las lecturas se caracterizan por una gran abundancia de oraciones simples, por el predominio de la coordinación sobre la subordinación, y por el uso de términos que, generalmente, reproducen el vocabulario oral de los niños y niñas. Las actividades que acompañan cada lectura están elaboradas con el fin de desarrollar el lenguaje oral y escrito, la creatividad y el pensamiento; todo lo cual redunda en la estimulación de la comprensión lectora. Cada actividad está redactada de manera que las instrucciones no superen la dificultad de la lectura y no exijan un esfuerzo adicional de comprensión por parte de los niños. Al elaborar Comprensión de la lectura 1, conscientemente no se ha dedicado a niños y niñas de una edad cronológica o un curso determinado. El presente nivel está dedicado a quienes han aprendido a leer a nivel inicial y requieran seguir desarrollando su capacidad lectora. SUGERENCIAS PARA EL USO: Las Fichas de comprensión de la lectura 1 pueden ser utilizadas en forma flexible. En primer lugar pueden servir de texto de lectura silenciosa individual: pero también pueden utilizarse para la lectura oral, siempre que ésta cumpla un fin comunicativo. Es altamente recomendable incluir en el currículum escolar habitual, un horario dedicado a la lectura silenciosa, porque ésta constituye el tipo de lectura más útil para la vida escolar y adulta. La lectura silenciosa reporta al alumno una serie de ventajas: progresa en lectura a su propio ritmo y, de acuerdo a sus intereses, puede releer o detenerse cuando lo estime conveniente, disminuye la inseguridad y la ansiedad de la competencia, desarrolla la tendencia a comunicar la información adquirida a través de la lectura y de la escritura. Las actividades que acompañan a cada lectura han sido elaboradas para que el niño las ejecute, normalmente, en forma independiente. No obstante, cuando las lecturas correspondan a un nivel instruccional, el educador puede apoyar las actividades de los alumnos mediante la facilitación verbal de las instrucciones o proporcionando ejemplos. La mayor parte de las actividades corresponde a la elaboración de la información denotativa del texto; algunas corresponden a su connotación, es decir, se usa la virtualidad del texto como pretexto para desarrollar actividades tales como expansión del vocabulario, ampliación de la información, destrezas de estudio y otras. Desde este punto de vista, el educador puede utilizar la potencialidad de la lectura para ampliar las actividades, teniendo siempre como límite evitar la fatiga y el rechazo del alumno. Las Fichas de comprensión de la lectura 1 son, primordialmente, una incitación a que el alumno lea. Secundariamente, las Fichas pueden complementarse con las otras actividades de lenguaje oral y escrito, las cuales también deben utilizarse con flexibilidad, por ejemplo, si un niño o niña tiene dificultades para escribir, debe reducirse la cantidad de exigencias escritas. Lo mismo vale si los niños tienen dificultades en la expresión oral. En las actividades que acompañan a las Fichas se incluyen varias otras modalidades expresivas, tales como dibujo y pintura, manualidades y dramatizaciones, relacionadas con el contenido de las lecturas. Es recomendable que ellas sean ejecutadas tanto por los niños o las niñas que tienen un buen nivel de expresión verbal escrita como por aquellos que, por tener dificultad en esa área, pueden encontrar una vía de expresión altamente gratificadora a través de las modalidades artísticas. La dramatización, por ejemplo, puede ser un excelente medio de comprensión lectora, dado que el niño o niña, al asimilar un rol, puede vivenciar e identificarse con los contenidos específicos y globales de la lectura. Las actividades que complementan las Fichas equivalen a «cartillas de muestra» donde el educador puede aplicar su creatividad y su empatía. Es importante que estas actividades no se traduzcan en una evaluación cuantitativa. Su objetivo es apreciar y desarrollar el dominio de las habilidades comprensivas y de las otras destrezas de lenguaje que tienen su efecto retroalimentador sobre la lectura. Esta apreciación constituye un medio cualitativo de autoevaluación para el alumno, una toma de conciencia de sus progresos y de sus dificultades. Es importante que el educador o el padre mantenga frente al niño o niña una actitud reforzante y apoyadora. El ambiente de trabajo debe ser afectuoso y estimulante. Debe tratarse de que la actividad se realice siempre en forma satisfactoria. Debe entenderse como actividad satisfactoriamente realizada la que indique un progreso en la habilidad y no el rendimiento perfecto de la página de ejercicios. Con el fin de motivar a los alumnos a leer, el educador puede utilizar una serie de recursos: puede anticipar algunos contenidos de la lectura: por ejemplo, en «La zorra y el tambor» puede motivar a los niños diciéndoles: ¿Has dejado alguna vez algo olvidado? Veamos qué pasó cuando un niño dejó su tambor en un árbol... También puede narrarle a la niña o al niño una experiencia personal. Por ejemplo: Cuando yo tenía tu edad leí el cuento X y me gustó mucho porque... ¡Veamos si también a ti te gusta! La anticipación juega un rol motivacional importante, no sólo activa en el niño o niña sus esquemas mentales y sus procesos de memoria, sino que lo incita a poner una atención sostenida en el contenido de la lectura, en la búsqueda de confirmación de sus expectativas. Deben evitarse la fatiga, la desaprobación, el apuro o cualquiera otra conducta que produzca en el niño o niña tensión o ansiedad, para que no rechace la lectura. A fin de que no se fatigue, un buen criterio es trabajar durante el tiempo en que tanto el niño o niña como el educador estén mutuamente entusiasmados con la actividad. Se reitera que las actividades no deben, necesariamente, ser elaboradas por el niño o niña en forma exhaustiva, sino de acuerdo a su interés y necesidades.